Durante estos días he tenido el tiempo necesario para agradecer cada una de las cosas que aparecen en el camino de mi día con día. Desde el objeto más sencillo hasta el más complejo pues cada uno forma parte de mi realidad y estoy infinitamente agradecida con el Universo y con cada una de las bendiciones que permite se manifiesten en mi vida.
Sin embargo, me detuve a pensar en todo aquello que NO tengo, que NO agradezco por no tenerlo. La mayor parte del tiempo agradecemos cada una de las cosas o personas que están o tenemos en nuestra vida, pero qué hay de todas aquellas que no están y que en tiempo y forma perfecto el Universo también se ha encargado de moverlas de nuestro camino, ¿las agradeces también?.
Te voy a contar una breve historia de la catarsis de vida que me llevó a tomar este camino de Angelología: la separación del padre de mi hermosa hija.
Durante mucho tiempo me pregunté qué había hecho mal para que él partiera. Mi ego no me permitía ver muchas realidades, como ahora las percibo, y si se presentaba él con una disculpa yo aceptaba sin dudarlo y entrábamos de nuevo al ruedo del círculo emocionalmente vicioso de co-dependencia el uno del otro.
Pasaron varios años para que me percatara de la realidad que estaba ante mis ojos y que me negaba a ver. El Universo se estaba encargando de mover las piezas para que, de alguna manera, nosotros no estuviéramos cerca pues ya habíamos concluido nuestro principal acuerdo álmico, concebir a un ser humano lleno de luz y enseñanza.
Y cada uno de nuestros intentos por saciar esos egos que no dejaban de resonar en nuestras cabezas eran fallidos, la separación fue definitiva ante las siguientes palabras de mi hija: “quiero a mi mami”. En ese justo momento sentí como si una nata se me hubiera quitado de los ojos y llorando le ofrecí una disculpa a mi Valiente, por perderme en mi “falsa realidad”. Comencé a tomar las riendas de mis emociones y de cada uno de mis pasos. Los juicios que yo misma hacía de mi desempeño durante esa relación no me permitían darme cuenta de lo que estaba ocurriendo, me estaba perdiendo en lugar de aceptar lo que la vida tenía para mi lejos de él. Escuché a mi niña interior en el reflejo de los ojos de mi hija y caí en la cuenta de que era momento de dejar que algo superior a mi actuara. Y, como por arte de magia angélica al día siguiente recibí una llamada de uno de mis mejores amigos invitándome a ir a una sesión de Ángeles. Cuando das un paso atrás de las situaciones y permites que la luz angélica se haga presente los milagros ocurren.
En este andar de ya casi 5 años me he dado cuenta de que el Universo y tus guías espirituales no te quitan cosas, simplemente te liberan de ellas. Sin embargo, a veces el egocentrismo es tanto que no te permite apreciar la verdad. No es que el Cosmos complote en contra tuya y te quite las cosas, eres tú mismo estirando la liga hasta romperla en donde ya no hay más posibilidades.
Justo en uno de esos momentos de resurgimiento caí en la cuenta de que el agradecimiento va más allá de lo que podemos tener, sino que llega hasta aquello que tampoco tenemos porque es una forma en la que el Universo nos bendice. Él se encarga de que el sendero siempre esté libre para tu andar y no lastimes las plantas de tus pies.
Desde ese entonces en mis oraciones incluyo un “gracias por lo que tengo y también por lo que no, pues sé que es perfecto en este aquí y en este ahora”.
Cuando se va de nuestras manos algo que anhelamos o deseamos con tantas ganas de pronto se cae en el auto-reproche o se busca culpar a alguien de esa partida y del vacío que dejó. Permítete sentirte liberado en lugar de recriminado por aquello que ya no está y, en su lugar, agradece al Universo por haberte liberado amorosamente de esa persona o situación.
Abrazar la realidad como una bendición y no como una carga te permitirá hacer de la felicidad un estilo de vida.
Si te resonó abrígalo en tu corazón.
Namasté
Escrito por
Sugey Salazar Álvarez
Angelóloga
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